sábado, 11 de noviembre de 2017

Soy Cámara: El farero de Sálvora


En 1980, mi tío Julio Vilches llegó a la isla de Sálvora, situada en la bocana de la Ría de Arousa (Galicia), para trabajar como farero, un oficio que continuaría desempeñando durante 37 años, hasta la reciente automatización del faro. En esta breve pieza documental, Julio narra en primera persona lo que suponía vivir en una isla salvaje y prácticamente desierta, inicialmente propiedad de un marqués con poco sentido del humor, la evolución de los trabajos del faro o las actividades cotidianas a las que dedicar el abundante tiempo libre. Acompañan el relato oral imágenes en super8 de la isla y el faro, un soporte de cine analógico que comparte con el tema de los faros un aire anacrónico.

3 comentarios:

Diana Pastoriza dijo...

Buenísimo el libro y buenísimo el vídeo, Gloria. Enhorabuena a los dos. He incluido una reseña del libro en mi blog: https://palabrasdamanaocorazon.blogspot.com.es/2017/11/letters-in-books-salvora.html

Unknown dijo...

Me estoy leyendo el libro. Tras tres intentos fallidos de desembarcar en Sálvira, me paseo por sus páginas.

Jorge Alonso dijo...

Nos conocimos en el Pilar y luego pasamos a Medicina. Tle decepcionó el oficialismo y la seriedad de aquel paisanaje. Ricardo se fue, creo que a Biológicas. Migraste a filosofía y después a los faros. Pasamos juntos momentos de feliz fantasía. Los generabas siempre tú y nosotros a remolque: la choza cerca de la playa de Alboraia o Meliana a la que íbamos con las bicis. Nuestras primeras amigas. Las charradas y las conjeturas en la búsqueda de nuestras verdades. Más tarde en el cabo de La Nao compartimos mi convalecencia de apendicitis. Fumamos, desbarramos, nos reímos mucho. Después vivimos un fugaz reencuentro a través de aquella amiga. Concluiste la práctica de farero en Xábia y después saltaste a la plaza de Sálvora. Nunca más nos volvimos a ver, salvo, casualmente, años después en un reportaje en el País Semanal. Cuando residí es Santander hice varios intentos de reencuentro que nunca cuajaron. Cuanto me ha alegrado este segundo reencuentro, Julio. Saber de tí, recordarte. Comprobar que mantienes en buen estado tu resistente corazón de niño. Supongo que residirás en Galicia, no se... Yo volví a Valencia. Desde la jubilación me acuerdo de nosotros cuando estoy en el claustro de La Nau o me siento en aquel banco que compartimos junto a tu guitarra en aquella noche de rebeldía durante aquella velada en la Judería.